Ciruela damascena
Frutas de la huerta
Damascena: una ciruela que anuncia el otoño
La ciruela damascena o quetsche (en francés) es una variedad con piel azulada y morada y con una pulpa dorada y a veces ligeramente rojiza. Su cultiva en las regiones francesas de Alsacia, Franco Condado y Lorena, así como en Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Suiza y Austria. En Canadá se ha adaptado al corto verano y se la denomina ciruela azul. Su nombre en francés es, según los lingüistas, de origen luxemburgués o alemán: “zwetsche” o “zwetschge”. Sus orígenes también son objeto de debate entre los botánicos: algunos afirman que procede de cruces de “Prunus domestica” de origen europeo y caucásico, y otros sostienen que vendría de “Prunus insititia”, la ciruela de Damasco que llegó hasta Francia desde el Oriente Medio por los soldados de las cruzadas. De ahí la expresión francesa “pour des prunes”, “por ciruelas”, que viene a significar: mucho lío para al final no obtener gran cosa. No obstante, las ciruelas damascenas son muy útiles en todo tipo de cocina. Con su carne firme, su fragancia a violeta y su sutil equilibrio agridulce, se aprecian tanto en ensaladas, como tartas o en el pan de especias. Se emplean asimismo como guarnición con caza y carne, y sus raíces orientales subliman el “Tajín”. Como maduran en septiembre marcan la transición entre el verano y el otoño y el brandy que con ellas se obtiene nos permite saborear su fragante y exaltante esencia, a consumir con moderación.
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